Reseña y enseñanzas principales del libro:
Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, de Stephen R. Covey
Publicado originalmente en 1989, Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva continúa siendo uno de los libros más influyentes en materia de productividad, desarrollo profesional, bienestar y principalmente eficiencia integral. El secreto es que Stephen Covey, su autor, observó la eficiencia con un giro de 180 grados con respecto a el resto de lo libros que han estudiado la materia.
Covey define la efectividad como el balance entre obtener los resultados deseados y el cuidado de todos los sistemas que nos ayudan a conseguir dichos frutos. Propone un método basado en el desarrollo, atención y fortalecimiento del carácter, en lugar de la personalidad como la única vía para darle un sentido a nuestra vida y vivir de manera plena.
Para Covey, las personas somos como un gran edificio. La mayoría solo puede ver la parte exterior -posiblemente la más atractiva- pero es imposible de sostener esa visión sin la grandeza que sostiene todo desde dentro. Es en el interior precisamente, donde los hábitos y valores fundan los cimientos de algo fuerte y extraordinario. Es por esto, que a pesar de que la vida ha cambiado tanto, sumando muchas exigencias, retos y fuentes de estrés, las soluciones se encuentran en el mismo lugar de siempre, viven en nuestro temperamento, voluntad y entereza. Dicho de otra manera, lo importante es ser y no parecer.
Hasta aquí el libro ya es una maravilla, pero apenas vamos empezando.
Uno de los conceptos que más me gusta del libro es el principio que asegura que es posible cambiar absolutamente todo en nuestra vida si modificamos nuestra percepción de las cosas.
Hemos sido condicionados a pensar que trabajar mucho, pagar cosas con tarjetas de crédito y sacrificar casi cualquier cosa vale la pena con el fin de obtener una recompensa inmediata. Se construye la ilusión de progreso y felicidad basado en comprar más cosas, en lugar de fortalecer nuestras relaciones. Se nos empuja a buscar pertenecer a un grupo, aun cuando tengamos que renunciar a nuestra individualidad. Se nos incita a perseguir la supuesta independencia por todos los medios, cuando es exactamente lo contrario lo que garantiza el éxito y la felicidad.
El autor asegura que nadie es ciento por ciento independiente, incluso asevera que la gran mayoría de personas son dependientes a lo largo de su vida, y no lo distinguen o no lo quieren aceptar, a pesar de señalar como responsable a alguien más cuando algo sale mal. La clave es desarrollar las competencias necesarias para pasar de la dependencia a la independencia, y posteriormente alcanzar el mejor estado posible, la interdependencia. Es ese el momento en el que nuestras habilidades nos permiten colaborar en un ecosistema sano, creativo y boyante con otros profesionales a ese nivel, ese es el espacio ideal al que debemos aspirar y no al espejismo mediático de la felicidad a través de la acumulación y apariencia.
Para ser altamente efectivo, pero sobre todo para ser feliz, Stephen Covey propone que aceptemos sin remordimientos que somos ignorantes en muchas cosas, y desarrollemos los hábitos necesarios para construir en el mediano y largo plazo un espacio libre de miedo donde la prioridad sea ser y no parecer.
Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, de Stephen R. Covey
Publicado originalmente en 1989, Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva continúa siendo uno de los libros más influyentes en materia de productividad, desarrollo profesional, bienestar y principalmente eficiencia integral. El secreto es que Stephen Covey, su autor, observó la eficiencia con un giro de 180 grados con respecto a el resto de lo libros que han estudiado la materia.
Covey define la efectividad como el balance entre obtener los resultados deseados y el cuidado de todos los sistemas que nos ayudan a conseguir dichos frutos. Propone un método basado en el desarrollo, atención y fortalecimiento del carácter, en lugar de la personalidad como la única vía para darle un sentido a nuestra vida y vivir de manera plena.
Para Covey, las personas somos como un gran edificio. La mayoría solo puede ver la parte exterior -posiblemente la más atractiva- pero es imposible de sostener esa visión sin la grandeza que sostiene todo desde dentro. Es en el interior precisamente, donde los hábitos y valores fundan los cimientos de algo fuerte y extraordinario. Es por esto, que a pesar de que la vida ha cambiado tanto, sumando muchas exigencias, retos y fuentes de estrés, las soluciones se encuentran en el mismo lugar de siempre, viven en nuestro temperamento, voluntad y entereza. Dicho de otra manera, lo importante es ser y no parecer.
Hasta aquí el libro ya es una maravilla, pero apenas vamos empezando.
Uno de los conceptos que más me gusta del libro es el principio que asegura que es posible cambiar absolutamente todo en nuestra vida si modificamos nuestra percepción de las cosas.
Hemos sido condicionados a pensar que trabajar mucho, pagar cosas con tarjetas de crédito y sacrificar casi cualquier cosa vale la pena con el fin de obtener una recompensa inmediata. Se construye la ilusión de progreso y felicidad basado en comprar más cosas, en lugar de fortalecer nuestras relaciones. Se nos empuja a buscar pertenecer a un grupo, aun cuando tengamos que renunciar a nuestra individualidad. Se nos incita a perseguir la supuesta independencia por todos los medios, cuando es exactamente lo contrario lo que garantiza el éxito y la felicidad.
El autor asegura que nadie es ciento por ciento independiente, incluso asevera que la gran mayoría de personas son dependientes a lo largo de su vida, y no lo distinguen o no lo quieren aceptar, a pesar de señalar como responsable a alguien más cuando algo sale mal. La clave es desarrollar las competencias necesarias para pasar de la dependencia a la independencia, y posteriormente alcanzar el mejor estado posible, la interdependencia. Es ese el momento en el que nuestras habilidades nos permiten colaborar en un ecosistema sano, creativo y boyante con otros profesionales a ese nivel, ese es el espacio ideal al que debemos aspirar y no al espejismo mediático de la felicidad a través de la acumulación y apariencia.
Para ser altamente efectivo, pero sobre todo para ser feliz, Stephen Covey propone que aceptemos sin remordimientos que somos ignorantes en muchas cosas, y desarrollemos los hábitos necesarios para construir en el mediano y largo plazo un espacio libre de miedo donde la prioridad sea ser y no parecer.
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